Cuando Claudio Fermín le respondió a Chávez, con amabilidad y en buen tono, que lo invitaría a Miraflores de ganar la presidencia en aquel histórico debate del 98, hizo lo políticamente correcto. Pero, lo mato Chávez cuando le respondió con lo contrario.
Todo parece indicar que ya no se trata de escoger entre un estadista como Caldera o un vengador copia de Chávez. Ese tiempo pasó. Las necesidades de los venezolanos son otras.
Anuncio
La crueldad de los números
Según lo que describen las encuestas más recientes, los políticos lucen hoy todos fuera de foco. Andan súper extraviados, sin saber cómo generar alguna emoción en la gente y lo peor es que se niegan a reconocerlo.
Al gobierno y a la oposición ya no los quieren las masas. Más del 70% reclama algo diferente. Ambos sufren de un despecho muy parecido aunque la naturaleza del desamor es diferente.
Anuncio
Al oficialismo lo abandonaron por incumplimiento y a la oposición porque no para de meter la pata. No ha dado la talla aun cuando más del 80% desea un cambio.
En las mega elecciones del 2021 la suma total de los votos favoreció a la oposición. Sin embargo, apenas ganó en 4 gobernaciones de las 20 y tantas que estaban en juego.
Al PSUV le pesan los años en el ejercicio del gobierno y sus minúsculos resultados. Ha perdido, desde que Maduro llegó a Miraflores, alrededor de 4 millones votos. A la oposición se le extravió la política. En vez de crecer frente a la debilidad de su adversario, no solo ha disminuido su votación, también se ha dividido en un montón de pedazos irreconciliables
Anuncio
Tiene rato culpándose a si misma por las constantes derrotas, sin encarar los errores que se han cometido en la repetida búsqueda de salidas rápidas y por la fuerza.
Errores repetidos
El liderazgo anda sumergido en arena movediza donde avanza el que menos se equivoque. Siendo así, el mayor drama es seguir pensando que sólo las primarias salvan. Se cree qué son algo mágico, una fórmula salvadora, y es más bien una excusa que solo sirve para ocultar la realidad.
Anuncio
La unidad de la oposición es una trampa. Comenzando porque hay un sector, el radical, que no las quiere y luego, los moderados que igual no creen necesario unirse con quienes en vez de beneficios, los supuestos aliados los tratan a punta de insultos y descalificaciones.
Unos aspiran a seguir repitiendo el discurso del odio, a provocar más crisis y los otros al voto, y a la reinstitucionalización. Son dos rutas distintas. Lo que puede llevar a ganar a la oposición en el 2024 no es la unidad sino la política.
Ráfagas se etiquetas
Anuncio
Los extremistas reaccionan frente a la diferencia como si les dieran en la madre. A cualquier llamado al debate responden con agresión. Todo lo reducen a las etiquetas. Los que no están de acuerdo con ellos o son alacranes o vendidos al gobierno.
Su actitud de naturaleza conservadora los predispone a poner en duda su esquema de principios y valores. Se resisten a entender que nada permanece igual que todo está en constante movimiento y en la política quien no se actualiza…pierde.
En eso los extremistas de derecha o de izquierda se parecen. El autoritarismo no es solo un fenómeno exclusivo de los comunistas, Trump, Bolsonaro o María Corina también lo padecen. Su modelo de principios es rígido o estás conmigo o estás contra mí.
Anuncio
En la oportunidad en que UNT, AD y PJ tomaron la decisión de a acabar con el fantasma del Interinato, le aplicaron el mismo truco que a la Alianza Democrática. Les colocaron las usuales etiquetas y descalificaciones que, a quienes frente a la abstención, llamaron al voto.
No les importo para nada cuando compartieron, todos juntos, ha Guiado y su “mantra”. La razón de un comportamiento tan desleal tiene que ver con el manejo de las emociones y su relación con el razonamiento.
Las redes polarizan
Anuncio
Revisando las empresas que se mueven en internet y como han avanzado en el estudio de la conducta humana podemos encontrar algunas pista para explicar porque la tendencia es a incrementar los esquemas de polarización en todo el mundo.
Twitter, Instagram, Facebook y demás redes, su negocio no está en resolver el problema de soledad humana, radica en los algoritmos y en el manejo y segmentación de la data, en la información que le aportan sus usuarios.
Saben que lo emocional es determinante en las relaciones sociales y por ello invierten grandes fortunas para descubrir cómo es que interactúanos unos con los otros, que nos separa, que nos une.
Anuncio
Durante los últimos 10 años se ha avanzado más en estos estudios de la conducta humana que en todos los tiempos anteriores y ahora es posible señalar como actuamos cuando nos sentimos seguros o en peligro.
Enredados
Pongamos un ejemplo. En las redes los temas relacionados con las creencias están en permanentemente exhibición y por ende en conflicto. Cuando se agrede el sistema de valores, la personalidad de un individuo, entra en actividad la amígdala que es la parte del cerebro que nos alerta frente a cualquier peligro.
Anuncio
Cuando nos sentimos agredidos la amígdala reacciona liberando una enorme cantidad de sustancias químicas (cortisona, insulina, etc) para actuar frente a la emergencia.
Eso nos prepara para enfrentar o correr frente a los que nos genera miedo. Esas alarmas funcionan y son muy útiles solo que si se vuelven permanentes causan más daños que beneficios. A la larga tanta química enferma. El miedo se apodera de nosotros y terminamos desconectando la razón y nos quedamos pegados en un estado donde lo emocional manda.
Cuando los mensajes en las redes están cargados de agresividad, de señales negativas, la respuesta al bombardeo es primero incertidumbre, inestabilidad, después surge un enorme dolor que enferma a la gente y la radicaliza.
Como en cualquier novela de Delia Fiallo pasamos del dolor al odio. Tapamos la inseguridad con hostilidad.
Anuncio
Los extremistas no razonan
Eso ocurre con los extremistas en la oposición. La amenaza comunista, los temas de igualdad sexual, eutanasia, legalización de drogas, aborto o la propiedad privada son más vistos como agresión que como debates habituales.
Son percibidos como retos, cuestionamientos, agresión y lo que generan es un efecto tortuga. El radical se mete en su caparazón y de allí no hay manera de sacarlo.
Anuncio
Esta explicación sirve para retratar a la oposición extremista que vive metida en las redes, en ese mundo ficticio que retroalimenta su emocionalidad negativa y lo radicaliza.
En las redes solo nos conectamos con quien piensa de la misma manera. La diversidad desaparece y se simplifica la realidad. Todo se reduce a malo o bueno, blanco o negro. Se olvida que en un hecho, una noticia, intervienen distintas explicaciones y que cuanto más reconozcamos diferencias, versiones diferentes, mejor es el resultado de las conclusiones.
Un círculo vicioso
Anuncio
Es necesario superar el bucle donde está metido el país desde hace rato gracias a los radicales de ambos lados. Desde posturas cerradas no hay manera de llegar acuerdos, de hacer política. Víctima o agresor juegan a cambiar de roles. El resultado es siempre el mismo.
En en el análisis de escenarios es esencial ubicar al otro, como juega, cuáles son sus debilidades o fortalezas. En un proceso electoral es indispensable descubrir cómo piensa el adversario, que siente y cuáles son sus usuales estrategias de campaña.
Si entendemos la naturaleza de estos procesos que se dan en el cerebro podemos buscar que nuestra comunicación se salga de la pura emocionalidad y promueva una relación racional donde la gente flexibilice su sistema de valores y acepte que las diferencias no son irreconciliables sino parte de la vida y una oportunidad para mejorar.
Anuncio
Pero, esa lógica no existe en el segmento radical donde el que piensa distinto es un enemigo. Ponernos a predicar la unidad por la unidad, sin revisar lo que pasado en todos estos años es permanecer en la equivocación. Los errores están no en la falta de unidad sino en la política.
Que se vayan todos
Como no ha habido ninguna señal de corrección de tanto error, si revisamos las encuestas, ahora si es verdad que nadie cree en nada. Este rechazo a los partidos y sus jefes, hay que investigar que lo produce y, la manera de hacerlo, no es con los mismos esquemas de culpa de siempre.
Anuncio
La sociedad venezolana ya no está en la quejadera. No anda buscando revanchas. Esta apresada en el dolor y solo quiere ayuda, afecto para sobrevivir, un salvavidas para salir de tanta crisis.
Las masas no andan enardecidas y apuntó de estallar como lo pintan quienes viven en el exterior. Quieren volver hacer tomadas en cuenta. Reclaman soluciones concertadas entre gobierno y oposición para que los servicios funciones y el salario suba lo suficiente para poder comer bien y divertirse de vez en cuando.
Culpan a ambos factores por tanto desastres y se niegan a seguir en una sola peleadera. Saben que eso no resuelve nada y en consecuencia, ha surgido, según relatan las encuestas, una aptitud más racional. Esa es una enorme oportunidad.
Anuncio
Hay que ponerse a pensar en algo así como lo ocurrido en Chile donde se le ganó a Pinochet, en el referéndum, con una estrategia donde se priorizaba la alegría en vez del discurso oscuro de las muertes y de la dictadura. Con una campaña bien lejos de las posturas extremistas o irreconciliables.
La más reciente encuesta de DatinCorp señala que los venezolanos quieren soluciones concertadas entre gobierno y oposición para que los servicios funciones y el salario suba. No comparten que para que se vaya Maduro hay que destrozar el país. Más del 70 rechaza la sanciones y también al liderazgo del gobierno y hoy hay más emprendedores que empleados.
Luego, más del 65% se pronuncia a favor de fin del Interinato. Cosa por la que Guiado aparece como el líder más despreciado del país. Los números de Lacava o del Conde del Guácharo sugieren que los venezolanos buscan algo diferente.
Anuncio
Unirnos en el acuerdo
El debate no es por unidad linda y bella de la oposición, que es un discurso simplista y repetitivo. Un imposible con estos jefes gastados que ni siquiera se quieren entre ellos mismos. El esfuerzo debería centrarse en una nueva narrativa que interprete lo que sienten las mayorías. Una oferta distinta al discurso negativo y pesimista. Hay que ubicar la unidad en un espacio diferente. Más en los acuerdos que en las diferencias.
Insistir que la política es una especie de tribunal o paredón para establecer quien merecer ser llamado opositor o no es una postura que resta, no suma. Todos los que votan hacen falta.
Anuncio
La gente siente que los políticos son corruptos e insensibles. Buscar el Santo Grial, un político pulcro y honesto puede resultar también una pérdida de tiempo.
Superlano en Barinas estuvo involucrado en un incidente en un burdel en Cúcuta donde murió uno de sus familiares e igual ganó. A José Brito lo acusaron de alacrán, de corruptos y sacó más voto que el gobernador Barrero Cira en Anzoátegui.
Para las mayorías que tienen varios trabajos y nos les alcanza para comer 2 veces al día, el tema no es una prioridad. No es su principal problema. El discurso anticorrupción en la batalla política ha terminado siendo una excusa para excluir y no para exaltar las virtudes de los candidatos.
Anuncio
Pura exclusión
Hay que recuperar la inclusión como elemento fundamental de una nueva narrativa esperanzadora. Dejar de dividir al país entre derecha e izquierda, santos y deshonestos, buenos y malos. Eso es insuficiente en un electorado cansado de la confrontación y el conflicto.
Debe plantearse la posibilidad de un acuerdo para el 2024 entre quienes creen en el voto, en la salida democrática. Por eso hay que dejar el radicalismo en su gueto y mover el país hacia una oferta de puertas abiertas, donde entre el que quiera, sin examen de admisión
Anuncio
La unidad nacional no es una abstracción. Puede existir entre los que comparten que ni rusos, ni chinos, ni americanos deben meter sus manos en nuestros asuntos. Entre los que creen que podemos cambiar convocando a la esperanza, a la alegría y al optimismo y no a la venganza.
El país que viene
No es un imposible un acuerdo para sacar al país de la crisis. Podemos coincidir en un plan de gobierno que nos permita acabar con las sanciones y las políticas económicas equívocas que sólo alimentan la inflación.
Anuncio
La unidad que necesita el país es para que los venezolanos se sientan queridos y para que en vez de lamentos luchen por una vida mejor. Para eso hay que recomponer, relanzar, el espacio del cambio democrático. Marcar límites con el extremismo.
Sacarlo de las etiquetas, del colaboracionismo y demás maldiciones y colocarlo en un perfil nítido, claro, de oposición. Hace falta cerebro y pasión. Poner en ejecución una estrategia de comunicación moderna que llene a al cambio de contenidos justos y emocionantes.
Recordar que somos parte de una herencia de libertad. Darle continuidad a la historia y la lucha por una democracia que resuelve. Donde los recursos del país sirvan para alcanzar la mayor riqueza posible. Donde hayan cada día más ricos y menos pobres. La unidad es una nueva mayoría que proponga en vez de atraso, progreso. No una revancha.