Al término del segundo Regina Coeli de 2023, el Papa Francisco, rezó la oración mariana desde el palacio apostólico junto a la multitud de fieles que se encontraban en la plaza de San Pedro en este domingo de la Divina Misericordia.
El pontífice hizo referencia a esta celebración instituida por Juan Pablo II para la iglesia universal, por ello, el evangelio habla de dos apariciones de Jesús resucitado a los discípulos, en particular, a Tomás, quien fue «el apóstol incrédulo».
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Para el pontífice, este apóstol “nos representa un poco a todos nosotros. De hecho, no siempre es fácil creer, especialmente cuando, como en su caso, se ha sufrido una gran decepción. Ha seguido a Jesús durante años, corriendo riesgos y soportando penalidades, pero el Maestro fue crucificado como un delincuente y nadie lo ha liberado, ¡nadie ha hecho nada!», reseñó.
Es en este momento que, según Francisco, «Tomás demuestra que tiene valentía: mientras los otros están encerrados en el cenáculo, él sale, con el riesgo de que alguien pueda reconocerlo, denunciarlo y arrestarlo. Podríamos incluso pensar que, con su valentía, merecería más que los otros encontrar al Señor resucitado». Sin embargo, cuando Jesús se aparece por primera vez a los discípulos, Tomás no está y pierde la ocasión. ¿Cómo recuperarla?: «Solo volviendo con los otros, volviendo allí, en esa familia que ha dejado asustada y triste. Cuando lo hace, cuando vuelve, le dicen que Jesús ha venido, pero a él le cuesta creer; quisiera ver sus llagas. Y Jesús le complace: ocho días después, aparece de nuevo en medio de sus discípulos y le muestra sus llagas, las pruebas de su amor, los canales siempre abiertos de su misericordia».
Tomás vuelve a su comunidad y es allí donde encuentra Jesús, que le muestra las señales de las llagas, “las señales del Amor que vence el odio, del Perdón que desarma la venganza, de la Vida que derrota la muerte”.
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«Queridos hermanos y hermanas, la invitación hecha a Tomás es válida también para nosotros. Nosotros, ¿dónde buscamos al Resucitado? ¿En algún evento especial, en alguna manifestación religiosa espectacular o sorprendente, únicamente en nuestras emociones o sensaciones? ¿O en la comunidad, en la Iglesia, aceptando el desafío de quedarnos, aunque no sea perfecta?», se ha preguntado el Papa Francisco.
«Si, en nombre de este amor, en nombre de las llagas de Jesús, estamos dispuestos a abrir los brazos a quien está herido por la vida, sin excluir a nadie de la Misericordia de Dios, sino acogiendo a todos, cada uno, como un hermano, como una hermana. Como Dios acoge a todos», con estas palabras concluyó.