Opinión

¿Aún somos importantes para EE.UU. en petróleo?

A pesar del declive de la industria petrolera venezolana, ¿continuamos siendo cruciales para los EE.UU. en términos de suministro de hidrocarburos?

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La producción de petróleo venezolano ha disminuido, lo que plantea dudas sobre su importancia como proveedor para los EE.UU.

Por Rafael Quiroz Serrano. – Una pregunta que, hoy en día, se hacen muchos venezolanos es si, a pesar del desastre en que se encuentra nuestra industria petrolera nacional, seguimos siendo tan importantes para los Estados Unidos de América del Norte (EE.UU.) en términos de suministro de hidrocarburos como lo fuimos durante largas décadas. Y la respuesta es contundente: ya no somos importantes, ni mucho menos fundamentales, como lo fuimos en el pasado. Gracias a la sangre nacionalista que corre por nuestras venas, los venezolanos tendemos a exaltar y elevar a niveles casi paroxísticos todo lo que concierne al ser nacional y a las ventajas comparativas y competitivas de nuestro país. Por lo tanto, algunos llegan a creer que seguimos siendo «el ombligo» petrolero del «imperio» norteamericano y que los modestos 140 mil barriles diarios (MB/d) producidos tímidamente por Chevron, que es lo único que exportamos a EE.UU., significan que «el petróleo venezolano es importante y fundamental para los EE.UU.» (A. Terán Martínez. En Kicosis -27 Feb. 24- por Globovisión). Nada más alejado de la realidad y del conocimiento mismo de todos los factores, variables, elementos, sectores e intereses que hoy en día mueven el mercado de los hidrocarburos, especialmente en plena tercera década del siglo XXI.

Estamos hablando de EE.UU., el país mayor productor, demandante y consumidor de petróleo y energía del mundo, el segundo mayor importador (después de China) y el mayor exportador de petróleo, principalmente de derivados, productos y subproductos (9,52 MMB/d), y con las octavas mayores reservas probadas de petróleo en el mundo. Además, cuenta con catorce (14) cuencas de lutitas, ricas en petróleo, siete de las cuales son más grandes que la Faja del Orinoco, y de las cuales actualmente solo cinco están en explotación. Tal vez no sea agradable decirlo ni escucharlo, pero en los últimos 25 años EE.UU. se ha convertido en un gigante de diez cabezas en todos los aspectos, en términos petroleros y energéticos. Ha sido una especie de renacimiento energético para EE.UU., lo cual es muy lamentable para países como Venezuela, que hace apenas dos semanas fue superado en producción por nuestra vecina Guyana, pasando a ser el quinto productor de petróleo de Latinoamérica y el octavo del continente americano. Quien crea que EE.UU. aún espera en el puerto de Rotterdam (Holanda) para abastecer sus tanqueros petroleros (ULCC) se ha quedado definitivamente rezagado desde la década de los 90, y si además cree que con una producción total de 754 MB/d (08 Mar. 24) y 143 MB/d (29 Feb. 24) que exporta Chevron a sus propias refinerías en EE.UU. somos «importantes y fundamentales para EE.UU.», simplemente está desactualizado.

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LOS NÚMEROS NO MIENTEN

Dado que los números no mienten y las estadísticas dicen la verdad cuando hay dudas sobre la realidad, veamos algunas cifras que hablan por sí solas al analizar la situación. En 2019, el gobierno estadounidense, a través del Departamento del Tesoro y la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), suspendió la comercialización petrolera con PDVSA. Como resultado, el 28 de enero de ese año se cancelaron las órdenes de compra a PDVSA y se transfirió el control de su filial CITGO al Gobierno de Transición de Juan Guaidó, lo que provocó una severa afectación a las ventas venezolanas hacia EE.UU. Antes de 2023, el último registro anual de exportaciones petroleras venezolanas a ese país, antes del inicio de las sanciones, se situó en 33,666 barriles diarios (B/d) en 2019. Estas se reiniciaron en 2023 cuando se levantaron parcialmente las sanciones petroleras y se otorgó una licencia especial (Número 41) a Chevron en noviembre de 2022. En 2023, las exportaciones anuales promedio a ese país fueron de solo 132,750 B/d, a pesar de que algunos voceros oficialistas del sector petrolero y analistas de la economía nacional intentaron celebrar porque se había producido un resurgimiento de la industria petrolera venezolana, llegando a proclamar a los cuatro vientos que la producción petrolera venezolana podría alcanzar los 2 MMB/d y que esto significaba la recuperación de la Industria Petrolera Nacional (IPN).

Este modesto repunte en las exportaciones a EE.UU. estuvo muy por debajo del nivel máximo exportado durante los gobiernos de Chávez y Maduro, que se dio en 2004, cuando Venezuela produjo un promedio anual de 2.56 millones de barriles diarios (MMB/d) y exportó un volumen anual promedio de 568,944 B/d a EE.UU., lo que representaba un significativo 10.46% de la producción total de petróleo de EE.UU. y un 5.64% de sus importaciones totales. En ese momento, las exportaciones venezolanas tenían una importancia estratégica para EE.UU. Sin embargo, este papel perdió relevancia a medida que EE.UU. experimentó la revolución del «fracking», que lo convirtió en el principal productor mundial de petróleo (13.6 MMB/d), mientras que la producción petrolera de Venezuela entró en un declive notable debido a una combinación de falta de inversión, corrupción y politización de PDVSA. A partir de entonces, Venezuela dejó de ser importante, en términos petroleros, para el principal país del norte.

Con el retorno de las modestas exportaciones venezolanas a EE.UU., su proporción respecto a la producción total de ese país apenas llegó al 1.03% en 2023 y representó solo el 2.05% de las importaciones totales de EE.UU. Esto indica una gran pérdida de importancia del crudo venezolano en la satisfacción de las necesidades petroleras de EE.UU., especialmente cuando se compara con el peso relativo de la producción estadounidense en el total mundial, que es cercano al 17%, frente al 1% de Venezuela. Esta diferencia es aún más pronunciada cuando se considera que la demanda estadounidense representa el 21% de la demanda total mundial, que se acerca a 20.5 MMB/d en valores absolutos. La producción actual de Venezuela apenas alcanza los 800 MB/d, y sus exportaciones de crudo, que rondan los 600 MB/d, se destinan principalmente (60%) a China, lo que deja un margen irrisorio de 140 MB/d para el mercado estadounidense. Ya no somos aquel país gran productor y exportador de crudos, ni el gran aliado y proveedor seguro y confiable de hidrocarburos para EE.UU.

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EE.UU., EXPORTADOR NETO

Es importante destacar que desde 2009, la producción petrolera de EE.UU. ha aumentado gracias a la revolución del «fracking». Después de alcanzar un promedio anual de 5 MMB/d en 2008, la producción aumentó a un nivel promedio anual de 12.9 MMB/d en 2023, alcanzando un récord de 13.3 MMB/d en diciembre de ese año. Las importaciones de petróleo representaron el 33.4% del consumo total de petróleo de EE.UU. en 2023, una disminución significativa en comparación con el 66.2% registrado en 2008, cuando la producción anual promedio fue de 5 MMB/d. Actualmente, EE.UU. es un exportador neto de petróleo, ya que sus importaciones netas totales de petróleo fueron de aproximadamente -1.19 MMB/d en 2022, lo que significa que EE.UU. fue un exportador neto de petróleo de 1.19 MMB/d ese año.

Sin embargo, EE.UU. sigue mostrando interés en comprar crudo venezolano debido a sus características y a su adecuación al patrón de refinación de varias refinerías ubicadas en los estados de Luisiana, Illinois y Texas, en la costa del Golfo de México. Gran parte de la producción estadounidense, que proviene cada vez más de las cuencas de lutitas, es crudo ligero dulce, que no es tan apetecible como los crudos ácidos similares al venezolano que se importan de Canadá, México, Colombia, Ecuador e Irak.

Aunque el interés principal de Chevron es cobrar las enormes deudas de PDVSA, que ascienden a alrededor de 3.000 millones de dólares (MMU$), el crudo venezolano sigue siendo atractivo para ser vendido en refinerías distintas de las que controla Chevron en EE.UU., debido a su alto margen de rentabilidad. Sin embargo, cuando el crudo venezolano no pudo ser vendido a EE.UU. debido a las sanciones estadounidenses entre 2019 y 2022, otros crudos ocuparon su lugar de inmediato, e incluso se procesaron subproductos de refinerías para obtener los mismos productos. Esta es una característica común del mercado mundial de petróleo: la oferta mundial se reorienta hacia donde sea necesaria, como se está viendo actualmente con las masivas exportaciones rusas a China e India debido al bloqueo europeo, y con el crudo estadounidense hacia Europa.

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CHEVRON-HESS Y EXXONMOBIL COMPITEN POR EL PETRÓLEO EN GUYANA

Es importante destacar que los objetivos de inversión de Chevron no se centran principalmente en Venezuela, sino que se dirigen, en primer lugar, al desarrollo de los crudos de la cuenca Stabroek, ubicados costa afuera en Guyana. Para ello, ha propuesto una fusión con la empresa Hess, que comparte el desarrollo conjunto de esas reservas recuperables de 11.000 MMB en alta mar con ExxonMobil y la empresa china CNOOC. Chevron adquiriría Hess por 53.000 MMU$, lo que le daría una participación del 30% en el consorcio del bloque Stabroek. Con esta adquisición, Chevron también fortalecería su presencia en las cuencas de lutitas, ya que obtendría los activos explotables de Hess en Dakota del Norte (EE.UU.), lo que aumentaría su producción de crudo de lutitas en 190.000 B/d, con una proyección total de crudo de este tipo de 1.2 MMB/d en 2025 en EE.UU. Según los cálculos realizados por Rystad Energy en 2020, se estima que se invertirán 53.000 MMU$ en el bloque Stabroek en diez años, con una participación de Hess de 15.100 MMU$. Estas inversiones son mucho mayores que los modestos planes de Chevron para aumentar tímidamente su producción en Venezuela, limitada además por el fuerte marco restrictivo de la licencia 41 otorgada por la OFAC.

Rusia fue el país que más se benefició de la prohibición de las exportaciones petroleras venezolanas a EE.UU. Por ejemplo, las importaciones estadounidenses de petróleo crudo y otros productos de Rusia aumentaron de 375.000 B/d en 2018 a 673.000 B/d en 2021, un incremento de 298.000 B/d. Sin embargo, estas importaciones cayeron a 147.000 B/d en 2022 debido a las sanciones estadounidenses por la invasión de Rusia a Ucrania.

Este aumento de las importaciones rusas entre 2018 y 2021 compensó parcialmente la brecha de 200 a 300 MB/d dejada por Venezuela. Sin embargo, aunque se abre una oportunidad para el crudo venezolano debido al vacío dejado por el suministro ruso, es incierto cuánto se puede aprovechar dada la incertidumbre por las sanciones petroleras estadounidenses aún vigentes. Mientras tanto, los crudos de Canadá, México, Ecuador, Colombia y países del Medio Oriente, con características similares, siguen siendo exportados a EE.UU., y cualquier previsión de mayores ventas de crudo venezolano sigue siendo modesta, con una influencia muy limitada en la satisfacción de las necesidades petroleras de EE.UU.

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NOSOTROS, LOS DE ENTONCES, YA NO SOMOS LOS MISMOS…

Por todo lo anterior, es hora de dejar de repetir la idea de que nuestro petróleo «es importante y fundamental» para EE.UU. y que tenemos las mayores reservas petroleras del mundo, ya que ninguna de estas afirmaciones es cierta, son simplemente falacias. Han quedado atrás los tiempos en que éramos una atracción petrolera para el mundo energético, cuando nuestra Faja del Orinoco era vista como un trofeo olímpico codiciado por muchos países, cuando nuestra producción petrolera rondaba constantemente los 3 MMB/d y nuestra voz se escuchaba con respeto y propiedad dentro de la OPEP. Pero ahora, «nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos», como diría Neruda.

En un próximo artículo me referiré al «Mito de la Faja» y al sofisma de que «somos el mayor reservorio petrolero del planeta Tierra». Tampoco es cierto que seamos los proveedores de petróleo más seguros, confiables y cercanos a EE.UU.; los más cercanos, seguros y confiables, además de aliados casi incondicionales, son Canadá y México (sus vecinos petroleros más cercanos), Arabia Saudita, Irak y Brasil. Cualquiera de estos cinco países petroleros podría, en un abrir y cerrar de ojos y en menos de 72 horas, suplir la pírrica cantidad de 150 a 200 MB/d que Chevron o Venezuela podrían producir para el país del norte. Una evidencia patética e irrefutable de la falta de importancia que EE.UU. otorga a nuestras exportaciones petroleras es el hecho mismo de las sanciones dirigidas al corazón de PDVSA (producción). Si las exportaciones fueran de importancia fundamental, las sanciones no estarían dirigidas al petróleo, ya que EE.UU. no se castigaría a sí mismo. Estas son las verdades que debemos expresar aquellos que creemos saber algo sobre petróleo, sin temor a ser anatematizados o catalogados de pesimistas. Es preferible ser antipático por decir verdades que ser simpático por decir mentiras edulcoradas.

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