Un relato sobre la magia y los misterios de la montaña caraqueña
*Por: Jaime Largo. – Quizás mi relato no sea completamente paranormal, pero algo extraño y misterioso me sucedió. Les cuento: una vez subí solo a la mágica montaña El Ávila, un lugar que frecuentaba casi todos los fines de semana. Para el momento de estos eventos, tendría unos 35 años. Nunca había caminado tanto por los senderos después del corta fuegos, así que un día decidí seguir el camino, atraído por dos parejas de jóvenes contemporáneos a mi edad que tomaban la misma ruta.
Tras unos cinco minutos de camino, ya no los vi más. Imaginé que se habían quedado jugando u observando la naturaleza. Sin pensarlo mucho, seguí aprovechando el excelente clima, sin percatarme de que el camino se encontraba muy solitario. Montaña adentro, continué caminando, cada vez más entretenido con el paisaje. En algún momento pensé que la ruta me llevaría a salir por Chacao, Chacaíto o alguna zona cercana. Sin embargo, no vi esa salida y, sin darme cuenta, me perdía más y más en aquella misteriosa y solitaria montaña.
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Habían transcurrido unos 40 minutos caminando solo por ese amplio paraje. No apareció más nadie en la senda, salvo el sonido de las aves que, extrañamente, se escuchaban a lo lejos. En mi afán de encontrar una salida, me sumergía cada vez más en la espesura verde. Ya intimidado por las circunstancias, respiré hondo y retomé el curso, hasta que un hombre de unos 40 años, delgado, algo pálido y sin vestimenta deportiva, surgió literalmente de la nada. Con una voz serena y amable, me dijo que frecuentaba El Ávila y conocía bien el lugar. Se ofreció a orientarme.
Comenzamos a caminar juntos, conversando sobre los misterios de la montaña, las criaturas que allí se encuentran, los amaneceres y atardeceres únicos, así como los peligros que acechan. Aquel hombre fue como un ángel, más que un compañero de ruta. Sin él, no hubiera llegado solo a Sabas Nieves. Caminamos casi dos horas hasta llegar. No sé si fue el tiempo real, pero solo sé que Dios lo puso en mi camino. Estaba cansado, nervioso y desorientado.
Una vez en Sabas Nieves, nos hidratamos y bajamos a la ciudad. Desde entonces, nunca volví a aventurarme solo tan adentro de la montaña, sino hasta donde conocía, ahora lleno de prudencia y agradecimiento.
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Del parque nacional El Ávila, oficialmente Waraira Repano, algunos comentan que es una montaña sagrada para los ancestros indígenas, un enclave mágico con una fuerza magnética poderosa donde convergen muchas energías. Nuestro Cerro Ávila encierra muchos enigmas, al igual que otros parajes y rutas. La naturaleza nos ofrece momentos divertidos, pero nunca debemos olvidar tomar las precauciones necesarias y no dejarnos llevar ciegamente camino adentro. Existen cosas que no podemos explicar, como la presencia de seres energéticos que rara vez vemos, o criaturas que aparecen cuando menos lo esperamos. En todo caso, el sentido común debe ser nuestro principal guía.
*Jaime Largo. Animalista, amante de la naturaleza, senderista, vicepresidente Fundación Colinas de Carrizal. Correo: jaimel2010@gmail.com @caminandoconjaime2 @jaimelargo2021
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