Ciencia y Tecnología

El derecho evolutivo: La Creatividad (3b de 3b)

Desde la prehistoria hasta la inteligencia artificial, la mano humana ha sido clave en la evolución y creatividad del ser humano.

Compartir enlace

Published

on

La mano humana ha sido esencial en la evolución y desarrollo de la creatividad y tecnología

*Prof. Jesús Mateus. – Desde que tengo memoria, este tema sigue fascinándome. Cuando conocí a la bella mujer que ahora es mi esposa, le mencioné: “perdona si a veces me quedo viendo las manos, es que…”. La mano probablemente sea el sistema mecánico más completo del ser humano, así como el factor más importante para nuestra evolución. Aprendimos a sujetar, no solo para ejecutar tareas con la tecnología de la época (piedras y palos), sino también para transportar cosas de la manera más estable posible. Al erguirnos, las posibilidades se multiplicaron: veníamos de los árboles y conocimos por primera vez el suelo como un lugar poco amenazante, con sus oportunidades. Calibramos la percepción de profundidad respecto a nuestro cuerpo. Medir más de un metro de alto te salvaba la vida si escapabas o te defendías como un bípedo. Ahora podías colarte entre las raíces de los árboles y, eventualmente, entre las ramas porque tenías el músculo palmar largo más fuerte que nunca, para escapar o perseguir. Dejamos de jadear como muchos mamíferos lo hacen y empezamos a transpirar por el cuerpo: por fin pudimos regular nuestra temperatura sin emitir sonido alguno, aguzando nuestro enfoque. Transportar cosas con las manos nunca había sido tan útil y te distinguía del resto, que fue quedándose hasta extinguirse o pasmarse.

Asir no solo te permitía seleccionar la comida que te llevabas a la boca, también socializar mejor, gesticular y enviar señales inaudibles para evitar revelar tu posición, ya sea que estuvieras escapando o persiguiendo. Representó la delgada línea entre la adaptación y la extinción al descubrir el fuego, empezar a comer raíces, cazar, planificar, comunicarte, construir y, justo al borde de la aniquilación absoluta, abrigarte (la Glaciación de Würm, con alrededor de 150 mil ejemplares en todo el mundo conocido). Lo que para ti y para mí es apenas un acto reflejo, tomó más de 10 millones de años de ensayo y error.

Advertisement

Margaret Mead daba su clase cuando alguien le preguntó cuál fue el primer signo de Humanidad:

El primer fémur cicatrizado indicaba que, por primera vez en la Humanidad, no éramos desconocidos el uno para el otro, sino que teníamos instituciones de solidaridad que cuidaban también de los que habían tenido mala suerte o de los más débiles. Ese es el desafío que hoy tenemos por delante… En el reino animal, si te rompes una pierna, mueres. Pues no puedes procurarte comida o agua ni huir del peligro, así que eres presa fácil de las bestias que rondan por ahí. Y ningún animal con una extremidad inferior rota sobrevive el tiempo suficiente para que el hueso se suelde por sí solo. De modo que un fémur quebrado y que se curó evidencia que alguien se quedó con quien se lo rompió, y que le vendó e inmovilizó la fractura. Es decir, que lo cuidó. (Rescatado de los manuales de antropología por Íñigo Errejón, 2020).

Metacognición. Ir más allá del conocimiento es lo que hace al ser humano distinguirse del resto de las especies vivas. ¿Qué sería hoy la IA sin esos más de 10 millones de años de información concebidos como una suerte de serendipia en nuestro Universo conocido? Ya sabes. El padre de la Biología, Aristóteles, lo tuvo claro, y luego Charles Darwin lo refinó a tal punto de denominarlo “Selección Natural” (luego tú y yo discutiremos sobre Hipótesis, Teoría y Ley). Fueron las bellas circunstancias naturales, el instinto de supervivencia, el miedo, el amor, la ira y la genuina alegría lo que nos permite estar tú y yo aquí, justo leyendo este término.

¿Esto acaso puede programarse? Reducir el código genético al código binario no es tarea sencilla. Ya hay ingeniería al respecto, pero lo que quiero que veas conmigo es que, por ser seres vivos, no estamos escritos en código. Ya lo dije, es el código genético lo que hace que todo funcione con una sincronía tan perfecta que cada vez que hacemos un nuevo descubrimiento, admiramos la perfección con la que está en movimiento perpetuo, y solo podemos atribuírselo a Dios, porque aquí donde nos ves, es la tecnología lo que nos mantiene unidos. Los Vedas pueden dar luces al respecto (de nuevo, te dejo la lectura pesada a ti, y cuando digo pesada, no es porque sea aburrida, sino porque solo las mentes más fuertes pueden terminarla, entenderla, procesarla y aceptarla como una posibilidad).

Advertisement

Nuestros códigos son distintos, y de alguna u otra forma, dentro de nuestro entendimiento, logramos emular la Inteligencia porque, ¿por qué no? Aún no sentimos la fascinación al cruzar la mirada a los “ojos” de una conciencia artificial, y tal vez no haga falta, porque si bien Turing quiso emular al hombre en una máquina, la verdad es que terminamos siendo unidades de información complementarias, sea una biológica y la otra mecánica. Los que se negaron a la “piedra y el palo” porque no quisieron aprender cómo manejarla, ahora están extintos. Técnicamente, no somos competencia, porque, así como una Inteligencia Artificial puede redefinir el concepto de Inteligencia, nosotros con nuestra inmensa carga genética tenemos la capacidad creativa que no puede igualar una máquina. Encontrar información e iterar posibilidades se hace cada vez más rápido por los modelos de Machine Learning, pero la idea es nuestra. Para muchos, una idea es inspiración divina, para otros, la neta facultad del pensamiento, pero al final de la historia, crear es algo que por derecho evolutivo nos pertenece y no hay forma de imitar lo que tomó decenas de millones de años de experiencia en líneas de código. No hay manera concebible de replicar el alma.

La mano nos permitió construir incontables estructuras neuronales, ensanchando nuestro cerebro, y ahora ella nos hace capaces de intentar emular a un “semejante” para complementarnos, y que en algún punto cambiará por completo el paradigma de lo que hoy conocemos como Inteligencia. Ajá, ¿y cómo es que eso es posible? Ya sabes: seguiré escribiéndote.

Gracias a mi mamá, quien inspiró esta serie de artículos. Fue Haydeé López quien hizo la pregunta en el segundo artículo y me llevó a “maquinar” la redacción. A mi bella esposa, Mayerlin Chirinos, por tener constantes conversaciones sobre esto, a Coromoto Castillo y Ernesto Chávez por sus brillantes intervenciones; a mi papá, William Mateus, mi hermana Francis, a Sigmund López, Vanessa Pestana, Rubén Darío Moreno, Felix Berris, Filippo Palacio, Eduardo Álvarez, Kevin Capón, Ranly Pérez y Romy Tokic. Ellos hacen preguntas que nadie más se hace, y eso los distingue.

Advertisement

*Prof. Jesús Mateus, CTO de “En3D Venezuela”
@jesusmateuslopez
@gentedehoy

Aquí más contenido del autor

Advertisement

Compartir enlace

Tendencias

Salir de la versión móvil