Descubre la belleza del litoral varguense en un viaje inolvidable

*Por: Jaime Largo. – Hoy les voy a contar sobre uno de esos viajes inesperados que terminan siendo geniales, llenos de aventuras y lugares especiales. Estoy seguro, que muchos de ustedes han vivido algo parecido.

Tenía una idea en mente para el fin de semana, sin planificar demasiado. Me alisté un poco, y como siempre, no salgo de casa para pasar trabajo. Mi objetivo era claro: la playa. Así que cargué la sombrilla y la cava, imprescindibles en estos viajes. Con el bolso listo y el carro encendido, solo quedaba lanzarse a vivir la aventura que el camino nos deparara.

Al sentir el calor costero de nuestro amado Litoral Varguense, me liberé del reloj y de las preocupaciones. Nos detuvimos en lugares que siempre había querido visitar, disfrutando de la vista, tomando fotos especiales y degustando jugos que, en la prisa del día a día, nunca lograba saborear. Decidí que, cuando se viaja, hay que tomarse el tiempo necesario para disfrutar sin prisas.

Llegué a La Guaira con buena música acompañándome y me dirigí por la carretera de la costa, sin rumbo fijo, con el hermoso e indomable mar Caribe a mi izquierda. Esta es una de mis carreteras favoritas. Encontré playas y rincones agradables con servicios básicos, y muchos lugares donde disfrutar de una empanada mañanera con guasacaca, salsa de ajo y un buen jugo.

Pasé por Naiguatá, deleitándome con el color y tamaño de las olas, hasta llegar a «Los Caracas». Aquí terminó un recorrido y comenzó una aventura en la montaña, cruzando pueblos pintorescos y alegres como Osma, Oripapo y Caruao. La sencillez y humildad de sus pobladores te hacen sentir en casa. Los paisajes de la montaña eran inolvidables, con la naturaleza desplegando sus colores y matices únicos. Sin darme cuenta, bordeé acantilados donde el mar se debatía entre azules y verdes, perdiéndose en la inmensidad del cielo.

Cada rincón y descanso era una oportunidad para bajarme del carro, estirar las piernas y sacar la cámara para inmortalizar tanta belleza. De repente, apareció un letrero grande que decía TODASANA. Me invadió una emoción sabrosa al llegar sano y alegre a un destino no planificado. El pueblito era encantador, con gente rumbera y festiva. Los lugareños y visitantes se fundían en fiestas, celebrando la vida y el ocio.

Decidí quedarme y exploré las opciones de hospedaje, sorprendiendo por la variedad y los precios. Todasana es un destino que debes conocer, con playas salvajes pero disfrutables, ríos exuberantes y profundos, cascadas tranquilas y transparentes, vegetación interminable, cuevas marinas y playas solitarias perfectas para descansar. A pocos minutos de allí, están Urama y Playa Larga, bañadas por aguas cristalinas y arenas calientes.

De regreso al pueblo, hice una parada en el río, con corrientes frías y reparadoras a la sombra de los mangos, disfrutando sin miedo a mancharme con sus jugos y azúcares.

En conclusión, nuestra carretera de la costa, sus pueblos y lugareños, y sus paisajes naturales son la receta perfecta para un viaje inolvidable.

*Jaime Largo. Animalista, amante de la naturaleza, senderista, vicepresidente Fundación Colinas de Carrizal. Correo: jaimel2010@gmail.com @caminandoconjaime2 @jaimelargo2021

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