Opinión

El poder como enfermedad

El destacado médico y humanista español Gregorio Marañón desentraña las psicopatologías del poder a través de figuras históricas como Tiberio y el conde-duque de Olivares, revelando la atemporalidad de la adicción al mando.

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*Por: Rafael Simón Jiménez.- Gregorio Marañón (Madrid, 1887-1960), médico y humanista español, se dedicó al estudio de las psicopatologías que se manifiestan en la adicción de algunos personajes al poder, inaugurando el género de los denominados «Ensayos Biológicos». A partir del estudio de determinadas figuras históricas, construyó una tipología que desentraña el origen de las dos conductas presentes en quienes pretenden ejercer el mando ilimitado: «el resentimiento» y la denominada «pasión de mandar». Sus biografías de Tiberio y del conde-duque de Olivares fueron escritas en pleno auge de Benito Mussolini y Adolf Hitler, y tenían una evidente intención política. Sin embargo, su vigencia y aplicabilidad se proyectan hasta nuestra contemporaneidad, demostrando que la enfermiza adicción al poder de dirigentes, líderes, conductores y estadistas, inhabilitados biológica o psicológicamente para compartirlo o alternarlo, es intemporal.

Gregorio Marañón y Posadillo es uno de los más brillantes científicos e intelectuales del siglo XX español, cuyo nombre distingue hoy al Hospital Central de Madrid. Su formación como médico, en lo más avanzado de la ciencia europea, le permitió destacar en su especialidad de endocrinólogo, pero su verdadera pasión se constituiría en estudiar la psicología y personalidad de los seres humanos, estableciendo causalidades biológicas y conductuales que permitieran explicar sus comportamientos.

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El estudio del poder como adicción, como propensión irrefrenable de algunos personajes de distintos tiempos, lo llevó a profundizar en el conocimiento de las causas que motivan tal patología. Sus estudios de Tiberio, emperador romano, en cuyo mandato fue ejecutado Jesús de Nazareth y cuyos extravíos y actos de barbarie tuvieron siniestra trascendencia, y de Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, jefe del gobierno en los primeros años del largo predominio de Felipe IV en el trono español, lo llevaron a establecer unas tipologías que explican el poder a partir de dos factores determinantes: el resentimiento y la llamada pasión de mandar.

Marañón, apasionado republicano, diputado a las Cortes Constituyentes de la Segunda República, y en cuya casa se había pactado la abdicación de Alfonso XIII a la corona de España, escribió estos ensayos sobre Tiberio (1936) y el conde-duque de Olivares (1939) en el agitado contexto del ascenso del fascismo, la situación candente que culminaría con la guerra civil en su patria y la Segunda Guerra Mundial. Por ello, sus escritos delatan una clara intencionalidad política en relación a Benito Mussolini y Adolf Hitler, cuyas ambiciones desenfrenadas de poder ponían a la humanidad al borde de la tragedia que se desarrollaría con toda intensidad entre 1939 y 1945.

En su biografía de Tiberio, Marañón, al tratar de desentrañar las causas de su maldad y tendencia a la vida viciosa y disipada, diagnostica las raíces de su resentimiento en sus vivencias de la infancia: «las difíciles relaciones que tuvo con su madre Livia y su padrastro Octavio, en su agitada vida amorosa y la timidez sexual cercana a la impotencia que parece degenerar después en incontinencia erótica.» A partir del estudio de las vivencias de su biografiado, el académico español describe las características del hombre que, de la mano del resentimiento, es capaz de alcanzar el poder, señalando: «El resentimiento en alguien suele tener origen en esa persona haber sufrido real o imaginariamente una agresión de la vida o de otros seres humanos, que produce una reacción fugaz o duradera de fracaso, de dolor, originadora de cualquier sentimiento de inferioridad.» Más adelante agrega: «El resentimiento origina un tipo de personalidad no generosa, mal dotada para el amor y que muestra un ser de mediocre condición moral.»

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Al explicar cómo el resentimiento alimenta la voluntad de poder, Gregorio Marañón describe las conductas de los resentidos en el desempeño del mando: «El resentido es tímido, e incapaz de arrojar de su alma el agravio recibido. No se cura nunca de esa enfermedad y, cuando por azar alcanza el poder o triunfa, se vuelve fuerte y temible y está dispuesto a vengarse incluso sin saber de quién ni por qué. El resentido nunca agradece ningún favor y, por el contrario, las mercedes recibidas aumentan su resentimiento.»

Al ahondar en la personalidad de Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, una especie de Maquiavelo español que durante largos años ejerció el poder como valido de Felipe IV, manejando a su antojo todos los asuntos de la monarquía, Gregorio Marañón, en su biografía del personaje, identifica a la denominada «pasión de mandar» como una fuerza que mueve los hilos de una personalidad ávida de poder, y que él califica de «modalidad enfermiza del instinto de superación». Señala que «estos gobernantes o seudocaudillos, empapados por la pasión de mandar, casi nunca exhiben el tacto, la discreción, la mano firme o la autoridad que requiere una obra de gobierno, sino que imponen la obediencia por la fuerza y obligan a una colectividad a adaptarse a sus exigencias. Son personas que tienen avidez de dominio y de grandeza, a veces en forma delirante o con extravagancia.»

Al elaborar el prototipo, a partir de la pasión de mandar presente en el conde-duque de Olivares, el galeno español, que se ha ahondado en la psicología y las ciencias de la conducta, se atreve a introducir un elemento de análisis y predicción política, afirmando que «cuando el apasionado en el mando aspira a mantenerse por mucho tiempo, generalmente siempre fracasa a la larga o lo destruyen las reacciones que produce en sus enemigos.» Sin dudas, tanto los estudios biológicos y psicológicos elaborados por el doctor Marañón, como sus conclusiones en cuanto al destino de quienes, por complejo o por una pasión irrefrenable de mando, aspiran al poder total y eterno, han sido corroborados por la historia.

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*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

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