Códigos de amor
Nuestro eterno acompañante
Conectar con nuestra interioridad puede parecer un desafío. Este artículo explora cómo, a través del corazón, podemos acceder a nuestro ser auténtico y divino.
Cuando comenzamos a tener consciencia de nuestra interioridad y queremos conectar con ella, parece como si fuera un ser extraño, alguien externo a nosotros, ya que aún no sabemos quién es, no hemos dialogado con ella, y no entendemos que podemos tener una parte elevada próxima a nosotros que nos guía, aconseja y acompaña en cada momento sin ser un Guía o Maestro exterior.
Conforme la consciencia y el trabajo personal se hacen mayores, nos sentimos más cercanos, más identificados con este ser interno. Aquí está el punto: siempre buscamos afuera la guía, la protección, que sean otros; pero llega un momento en el cual comenzamos a reconocer que no podemos depender siempre de otro, un supuesto sabio asesor, sino que debemos responsabilizarnos de nuestra vida como los seres integrales que somos. Debemos explorar en nuestro interior y sacar todo lo válido que encontremos ahí, pues será la mejor forma de acceder a nuestro yo auténtico, individual y divino. ¿Y dónde está la llave? En el corazón. Solo a través de él podemos dar este salto, nunca a través de la mente, que es la que trabaja con el ego, nos dualiza, nos debilita y nos hace creer que somos criaturas débiles y desamparadas. Nada más lejos de la realidad; nuestro poder es de tal magnitud que tenemos la potestad de materializar los pensamientos, de crear creyendo, de ser nuestro mejor terapeuta, nuestro más acertado médico, entre otras muchas ventajas de las que podemos hacer uso.
Es importante emprender el verdadero camino de la realización, pero debo acotar que, en la mayoría de los casos, no es fácil debido al bombardeo constante del ego; ese villano que se esconde y hasta muta para no abandonar su despiadada arremetida.
El viaje hacia nuestro interior está lleno de obstáculos que parecen infranqueables; sobre todo porque, en la mayoría de los casos, actuamos desde el miedo y, por ende, en sentido contrario al amor. Pero, como dice un viejo adagio: “La práctica hace al maestro”. Es por esto que, en la medida que hagamos uso de la constancia, la perseverancia y el ahínco en nuestras prácticas de transmutación de los pensamientos, paulatinamente iremos recuperando la paz, la alegría y, sobre todo, el gozo de vivir en plenitud, disfrutando de las incontables bendiciones que nos fueron dadas como hijos predilectos del universo.
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Lumhaniel: Psicoastrólogo, Sanador energético integral, Psicoterapeuta de familia y pareja, Sanador con Archivos Akáshicos, escritor, cineasta, productor de radio y TV.
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