Tú vales mucho, te mereces lo mejor, tu cruz no pesa

Aprender amarse es aprender a vivir

Por: Edicta Gómez Merchán.- En el transcurso de la vida se presentan situaciones en las que uno cree desfallecer, que son imposibles de superar. Se siente agobiado y el peso de la cruz parece hacerle doblegarse; sin embargo, si volvemos la mirada a los lados, nos damos cuenta de que nuestros problemas merecen atención, pero no deben llevarnos a sumirnos en el foso. No es sentirse cansado, sino satisfecho; es enfrentarse con la fuerza de la espiritualidad que te provee la fuerza del amor. La cruz del vecino puede ser más grande y más pesada.

Si tienes buena salud, excelentes amigos, la familia unida, pequeñas o grandes batallas ganadas, y estabilidad laboral, entonces eres feliz. No importa si tienes que enfrentarte solo o sola a la vida; ten confianza en ti mismo. Todo es más sencillo de lo que parece. Piensa que el porqué y el cómo siempre tienen una explicación posible.

Se debe tener ánimo aún en la adversidad, sin tristezas ni desesperación. No permitas impresionarte por nada ni por nadie; no te sientas derrumbado, entristecido, atormentado, ni te avergüences por actos o decisiones que no fueron las mejores. De ellas también se sacan experiencias. Reordena tus prioridades, pero no escapes; enfrenta. Prepárate para dominar situaciones que, por más difíciles de solventar, verás que con ímpetu y energía lo lograrás. Haz gala de paciencia.

Aunque avances con dificultad por el sendero, al final encontrarás la claridad de la luz y un espacio donde descansar. Aunque el corazón esté desbocado y el aire te entre con dificultad, respira profundo y sentirás, paso a paso, que el corazón recobra su ritmo normal. Recuerda sacar fuerzas de la flaqueza.

No le dé permiso a la depresión, no permita que entre. Aunque sienta que su mundo interior es un caos, perseguido por dentro y por fuera, y que se está tomando para sí los problemas de la familia y los amigos, decídase a avanzar sin miedos. Arriésguese más, atrévase, con la firme convicción de que es una persona nueva, con humildad y renovada, con propósitos a cumplir. Camine y con toda seguridad en su caminar encontrará un gran bienestar. Esto le ayudará a recordar pasajes de su niñez, situaciones interesantes, relaciones amorosas, vida estudiantil, compañeros traviesos y hasta desagradables, profesores amigables, malhumorados, y obstinados.

Converse con sus amigos porque siempre habrá temas que tratar. Incluso, entable conversación con la persona que espere en una cola del banco o del Metro. En fin, cualquier motivo puede originar una tertulia, una plática, un diálogo. Debemos reconocer que somos excelentes conversadores.

Tu vida vale mucho para que malgastes tus energías luchando contra fantasmas que te causan dolor, fantasmas que ni tú ni los tuyos merecen. Decide ya por tu paz y una vez más sentirás el orgullo de tu fuerza. Siembra paz en tu corazón. Recuerda que somos el resultado del amor y del deseo, y que nuestro diálogo interior se forma desde la infancia.

Después, pregúntate qué ganarías en tu vida si decides perdonarte y finalmente cómo podrías resolver el resentimiento dentro de ti. Si quieres dar un paso muy poderoso, quema esa hoja como un símbolo de la decisión de sacar de ti, para siempre, el fuego que estaba quemando tu corazón, para sencillamente dejarlo ir. No permitas caer en el abismo de la desesperación. Despierta, tu cruz no pesa.

Mantente abierto a contactos afectivos, abre la puerta, disfruta del sueño tranquilo y reparador, muestra gestos agradables, ojos vivaces, frente distendida, voz suave y acariciadora aunque firme. Llénate de pensamientos exitosos, vibra con las alegrías, disfruta del humor, permanece continuamente activo, compréndete a ti mismo, que quien trate de leer tu estado interior te encuentre riéndote a carcajadas, irradia bienestar y armonía.

Siéntete importante, ten confianza en tu propia competencia, fe en tus correctas decisiones, irradia seguridad y esperanza, acepta que cometes errores y aprende de ellos, autoevalúate, asume tus responsabilidades. Hazlo ya y ahora; el pasado es eso, pasado, y solo servirá para recordarlo si puedes aprovechar algo de él en este presente, que es HOY. El futuro es incierto aunque planifiques metas y objetivos, por lo que vivir es ya y ahora.

A veces se cree que la felicidad se hace añicos, que la vida se vive en una angustiosa incertidumbre. Cuando se encuentre en esta situación, ensaye mentalmente los pasos que va a dar. Sin embargo, es recomendable no tomar decisiones importantes cuando esté en el peor estado de ánimo o cuando el tiempo le sea adverso. Es necesario esperar y estar con el aire a su favor para que entonces decida las acciones más convenientes, venza los miedos y así encuentre sentido a la vida.

Hay dolores que son lacerantes y desgarradores, heridas mortales, rupturas que te dejan traumatizado. No permitas que se enquisten por mucho tiempo; sácalos de dentro, autorrescátate, aprende a dominar las emociones, no las reprimas. Afronta el miedo, haz renacer tus esperanzas, esquiva las rocas y peñascos, llora, da paso a las lágrimas, pero al cesar el llanto, reconoce que has ganado el deseo de seguir viviendo. Si tienes pensamientos recurrentes que te han marcado, escríbelos y quémalos; esto te ayudará a convertirlos en cenizas.

Si te preguntan si la vida es siempre remontando la pendiente, la respuesta debe ser: “sí, hasta el final”. Tienes que ser fuerte, no puedes dejarte vencer. Sé sensible, generoso, ten una actitud comprensiva, sé más reflexivo, ten más entereza, conserva el equilibrio, sé asertivo. Hay que ser paciente, exterioriza tus sentimientos, formula tus solicitudes como propuestas y no como exigencias.

Hay que luchar para sobrevivir, proteger y sustentar a los que amamos, buscar acercarnos día tras día más a los que queremos, dar apoyo emocional para después poder recibir. Seamos francos, la franqueza es una buena manera de acercarnos a la gente. Hemos tenido más luces que sombras, pero de estas hemos aprendido.

Suspira de alivio, ya no sientas la desesperada necesidad del fracaso, confía en ti mismo, eres afortunado. Engrandécete por tener el valor de levantarte con la frente en alto y con las energías suficientes para emprender de nuevo la marcha. Siéntete dichoso, no te aflijas ante la angustia, acostúmbrate a ver pasar el viento fuerte y la tormenta. No te dejes abatir por nada, tu cruz es pequeña, no pesa, no te desanimes. Emociónate y permite que te invadan sentimientos de júbilo y gratitud por el solo hecho de estar vivo. Da gracias por tu propia vida e inclínate ante los grandes misterios de la vida.