Opinión

José Domingo Díaz: El último realista de Venezuela

El médico caraqueño que defendió la causa realista durante la Guerra de Independencia Venezolana.

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Por: Rafael Simón Jiménez.- Nadie como el médico caraqueño José Domingo Díaz simboliza, en la historia venezolana, la lealtad y consecuencia con la corona española, a la cual se mantuvieron fieles miles de venezolanos desde el mismo inicio de la larga y desgarradora guerra de emancipación venezolana. Nacido en 1772, de padres desconocidos, expósitos como se denominaban entonces los de tal condición, fue adoptado al nacer por los hermanos sacerdotes Díaz Argote, de quienes recibió el apellido.

Dotado de una gran inteligencia y de una sobresaliente vocación de trabajo, José Domingo Díaz destacó como el primer médico de ciudad que hubo en Venezuela. Había obtenido el título en la Universidad de Caracas y durante muchos años se consagró a su ejercicio profesional, desempeñando distintos cargos bajo la administración colonial, incluyendo, en el tiempo previo al inicio del proceso independentista, el de Ministro Honorario de la Real Hacienda e inspector contralor de los hospitales de Caracas.

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En 1810, incursiona por primera vez en el periodismo, fundando junto a Miguel José Sáez un periódico de aparición semanal que denomina el Semanario de Caracas, donde, aun con prudencia, evade tomar posición frente a los temas políticos que se desarrollan vertiginosamente, y que en esta primera etapa culminarán con el armisticio y la capitulación de Miranda y la caída de la Primera República. En el gobierno del jefe español Domingo Monteverde, Díaz es designado inspector de hospitales y director de la Gaceta de Caracas, periódico en el cual pondrá, en un futuro cercano, todo el peso de su incisiva pluma al servicio de sus ideales realistas.

En cuanto al contenido histórico, parece correcto. José Domingo Díaz es conocido por su lealtad a la causa realista durante la guerra de independencia venezolana y su participación en el periodismo de la época.

Entre 1813 y 1814, ante la victoria de la Campaña Admirable y la entrada triunfante de Simón Bolívar a Caracas, donde recibe el título de Libertador, Díaz se ve obligado a un forzoso y corto exilio, que culmina en septiembre de 1814. En ese momento, el acoso de las tropas de Boves y Morales hace huir a las huestes libertadoras, y Díaz se reinstala en Caracas, combinando el ejercicio médico con nuevas ediciones de la Gaceta de Caracas, donde sin piedad fustiga a los ejércitos libertadores y, muy especialmente, a Simón Bolívar. Sobre Bolívar descarga lo más pesado de su artillería verbal, acusándolo de dictador, sanguinario, incompetente, disociador, cobarde y otros epítetos hirientes que delatan su encono contra quienes pretendían subvertir el orden colonial.

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En sus frecuentes alusiones a Bolívar, Díaz señala, entre otras cosas, “…Bajo el carácter de libertador que él mismo se dio…” y “…Terminadas en Caracas las indecentes fiestas en obsequio de Simón Bolívar, partió este para atacar a Puerto Cabello…” y “…tan ignorante como aturdido, lo dispuso de un modo solo capaz de ser concebido por él…”. Díaz, además de sus escritos en la Gaceta de Caracas, que se prolongan ininterrumpidamente hasta enero de 1821 cuando decide renunciar a su permanencia en ese medio impreso, publica años más tarde en Madrid, en 1829, su obra más significativa titulada “Recuerdos sobre la Rebelión de Caracas”, donde plasma su visión, su testimonio y sus puntos de vista sobre todo el proceso de la guerra de independencia, condicionados por su virulenta incondicionalidad a la causa realista.

Siendo inminente la victoria de las tropas libertadoras, Díaz huye con su familia en julio de 1821 hacia Puerto Rico, y luego se traslada a Madrid, donde las autoridades reales lo designan Intendente de la Real Audiencia de Puerto Rico, territorio en el cual desempeñará distintos cargos hasta el fin de sus días, sin perder jamás el pulso de los acontecimientos en Venezuela. Siempre ponía de relieve los males políticos y administrativos que, a su juicio, habían traído a su patria como consecuencia de la victoria del bando independentista. Díaz será hasta su muerte un convencido y fanático realista, defensor del orden colonial y fustigador incansable de quienes, según él, habían traído con sus ideas disociadoras y sus insaciables ambiciones tantos males y desgracias a estas tierras. Sin duda, el último e irreductible realista.

*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

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