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CURUCUTEANDO / El estrés, la enfermedad de la prisa ¡Evita que sea crónico!

El estrés crónico, conocido como la enfermedad de la prisa, afecta cada vez a más personas debido a los estilos de vida acelerados y las exigencias sociales. Descubre cómo identificar sus causas y controlar los síntomas para mejorar tu bienestar.

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Estrategias para combatir el estrés y mejorar la calidad de vida.

Por: Edicta Gómez Merchán. – La reacción fisiológica del organismo ante la pérdida del control del temperamento puede ser dañina, consecuencia de diversos detonantes, ya sea por el estilo de vida o por una sociedad cada vez más exigente. Los miedos y la impaciencia aumentan los niveles de estrés, produciendo distintas reacciones como respiración agitada, nerviosismo, tensión muscular, decisiones apresuradas, irritabilidad y ansiedad. Incluso puede causar dolores corporales, especialmente rigidez muscular en la parte posterior y lateral del cuello, lo que nos indica de primera mano que estamos estresados. Es recomendable disfrutar más de lo que se tiene, evitar transmitir estas angustias a la familia, y no llevarlas a casa.

Algunas personas viven a máxima velocidad, lo que puede causar ataques al corazón y presentar graves riesgos para la salud, como accidentes cerebrovasculares, úlceras estomacales, pérdida del apetito sexual tanto en hombres como en mujeres, colitis, eczema, caída del cabello, asma, dolores de cabeza, dolores musculares, dermatitis, insomnio, trastornos en el ciclo menstrual, e incluso una sensación general de malestar. La combinación de cambios rápidos y excitación nerviosa demuestra que el estrés resultante perjudica al organismo, y el cuerpo no lo resiste más. La noradrenalina, una hormona relacionada con el estrés, tonifica el cerebro, aumenta los reflejos y sobrecarga el organismo.

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Las personas estresadas pueden ser percibidas como arrogantes, insensibles e impulsivas. Además, se las considera con poca capacidad de decisión; algunos incluso intentan evitarlas debido a su mal carácter. Las personas con este tipo de personalidad a veces no son consideradas para cargos importantes o ascensos. Ser impaciente puede afectar tus relaciones en el hogar. Cuanto más paciente seas con los demás, más oportunidades tendrás de ser visto positivamente por tus compañeros de trabajo, sin mencionar a tu familia y amigos. La «enfermedad de la prisa», también conocida como la enfermedad del siglo XXI, no es considerada una enfermedad por algunos estudiosos, sino la causa de ciertos trastornos o enfermedades, incluyendo las coronarias.

El estrés es cualquier situación que el cuerpo percibe como anormal, tanto física como psicológicamente, y puede afectar a las personas de distintas maneras, produciendo diferentes resultados. Ante una situación de estrés, el organismo instintivamente lucha o huye, es decir, el cuerpo se prepara para la acción.

¿Cuáles son las causas?

Si experimentas síntomas de impaciencia, el siguiente paso será descubrir la verdadera causa. Si sufres de disparadores mentales o psicológicos, como frases, personas o situaciones específicas (por ejemplo, el tráfico), estos pueden ser algunos de los detonantes que debes aprender a rechazar. Elabora una lista de las cosas o situaciones que te provocan impaciencia. Puedes usar los siguientes consejos: piensa en la última vez que sentiste impaciencia. ¿Cuál fue la causa? Pregunta a tus allegados sobre tu impaciencia. Analiza tu cuerpo: algunas personas se vuelven impacientes en su vida cotidiana debido a factores físicos como el hambre, la deshidratación o el cansancio. Identifica tus gatillos: lleva un pequeño diario donde escribas las situaciones y sensaciones que te hacen sentir frustrado.

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Cómo controlar los síntomas

Cuando te sientas impaciente, es importante intentar salir de esta situación lo más rápido posible. Prueba las siguientes estrategias: respira profundamente (inhala y exhala). Relaja tu cuerpo: la impaciencia puede causar mucha tensión corporal, así que concéntrate en relajar tus músculos, desde los pies hasta la cabeza. Aprende a controlar las emociones y los miedos: recuerda que puedes decidir cuál será tu reacción ante cada situación. Oblígate a calmarte; actúa pacientemente y verás cómo te sientes más tranquilo. Aprende a escuchar: asegúrate de prestar atención a lo que las personas te dicen y serenamente planea tu respuesta.

Quienes padecen estos síntomas se mueven rápidamente, son impulsivos, enérgicos e impacientes; hablan casi atropellando el lenguaje, conducen aceleradamente e incluso buscan continuamente atajos. Son los más propensos a sufrir enfermedades derivadas del estrés y, generalmente, no aprenden a controlarse ni a relajarse correctamente. Aunque suelen tener cierto éxito debido al nivel de energía que imprimen en su trabajo, más tarde se presenta el agotamiento. Estas personas solo se interesan por el trabajo, y pierden la capacidad de disfrutar de otras actividades que no estén relacionadas con su labor diaria, lo que irónicamente hace que su trabajo sea menos eficaz; más esfuerzo resulta en peores resultados, y se convierten en presas fáciles del pesimismo. Su esfuerzo se diluye en la búsqueda de una respuesta rápida, una solución mágica, porque quieren hacer varias cosas a la vez, aunque les cueste y a veces no lo logran.

Recuerda que ser impaciente no hará que las cosas mejoren; solo generará más estrés, lo cual es completamente improductivo. Nadie es perfecto, por lo que si las cosas no salen según lo planeado, debes reinventarte para obtener los mejores resultados posibles. Después de leer este artículo, ten en cuenta que, aunque algunas personas son naturalmente pacientes, hay otras que, debido a las experiencias de la vida o la prisa, se vuelven impacientes. Por ello, es recomendable dominar la tranquilidad emocional si se pretende tener relaciones laborales sanas y una carrera exitosa, convirtiéndolo en un hábito.

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El estrés puede originarse por tensión corporal debido a trabajos físicos duros, descontento con la labor que se realiza, falta de reconocimientos y estímulos, ejercicios agotadores, falta de oportunidades de desarrollo profesional, enfermedades, ambientes inhóspitos, desavenencias o rupturas amorosas. La actitud negativa, la falta de eficiencia y compromiso, la tensión psíquica causada por trastornos emocionales, fracasos, falta de un ambiente laboral estable o acogedor, frustraciones y ansiedad también contribuyen al estrés emocional. Actitudes como la ira y la agresividad, la ansiedad por el dinero, el agotamiento mental o físico, los miedos, el temor a la muerte o la pérdida de un familiar, las emociones fuertes como la pena, la tristeza y la depresión, la rigidez al dirigir o ser dirigido, el ruido excesivo, sueldos no acordes con la labor que se realiza, la soledad, y el terror a las tormentas o alturas, son todos factores que contribuyen a situaciones de tensión emocional.

Depende de usted sentirse bien, y no le cuesta mucho intentarlo; sus familiares merecen disfrutar de usted en óptimas o mejores condiciones emocionales. Si sufre de estrés y ha notado una disminución en su apetito sexual, es recomendable reactivarse y buscar hacer el amor, ya que es un excelente ejercicio para combatirlo. Además, lo puede practicar cada vez que lo desee, pocas veces le cuesta dinero, no necesita equipos especiales y lo puede hacer cuando y donde quiera.

¡Así que fuera estrés!

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*Esta es una mirada desde la perspectiva de la educadora e intelectual venezolana, Edicta Gómez Merchán @edicta_gomez_merchan

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