Opinión

La ejemplar honestidad de Gumersindo Torres

En medio de una dictadura corrupta, Gumersindo Torres emergió como un modelo de integridad y defensa de los intereses nacionales. Su legado perdura en la historia de Venezuela.

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Por: Rafael Simón Jiménez.- La dictadura de Juan Vicente Gómez fue un régimen de oprobio y corrupción generalizada que desgobernó a Venezuela durante 27 años. Sin embargo, como suele ocurrir aun en las peores circunstancias, hubo hombres ejemplares que, aun respaldando y formando parte del funcionariado de aquella tiranía, supieron ser un modelo de probidad y eficiencia, privilegiando el servicio público por encima de cualquier interés o motivación innoble. Es el caso paradigmático del dos veces ministro de Fomento, Gumersindo Torres.

Torres nació en Coro en 1875, y, contra lo que muchos pueden pensar, no era abogado ni experto en petróleo y minería, sino médico graduado en la Universidad Central de Venezuela, donde egresó en 1897. Como muchos de los personajes destacados de su generación, a Torres le tocó presenciar los desgarramientos y vaivenes de las guerras civiles y las luchas fratricidas que casi desde la constitución de la República desgarraron a Venezuela. De ahí que sintiera un deseo imperativo de paz y estuviera dispuesto a servir y respaldar a cualquier figura que fuera capaz de garantizar la estabilidad y tranquilidad que había sido esquiva a sucesivas generaciones de venezolanos.

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En la historiografía venezolana, el nombre del Dr. Gumersindo Torres aparece asociado a la aparición del petróleo y su rápida transformación en un factor principal de la actividad económica venezolana, y, sobre todo, a las luchas por obtener de las empresas imperialistas explotadoras del crudo condiciones que permitieran incrementar los recursos del Estado venezolano y asegurar la preservación de los intereses nacionales.

Aun dentro del clima entreguista propiciado por la dictadura frente a las empresas petroleras, el ministro Torres, en su primer desempeño al frente del despacho de Fomento, donde se encargaba del tema de los hidrocarburos, se dedicó a promulgar normas jurídicas que impidieran a los intereses foráneos defraudar al Estado.

En su primer mandato como titular del despacho de Fomento (1917-1922), Torres se encargó de redactar y sancionar la primera ley de hidrocarburos que tuvo Venezuela, en la que se introdujeron reformas que incomodaron a las compañías petroleras. Estas comenzaran una campaña en contra del «molestoso» ministro, quien, entre otras cosas, redujo considerablemente el listado de maquinarias y equipos que podían entrar a Venezuela libre de todo gravamen. Gumersindo Torres llegó a afirmar que Venezuela recibiría más ingresos «si le regalaba el petróleo a las empresas explotadoras y a cambio cobraba los impuestos de importación de todos los equipos que entraban libremente al país».

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Bajo la presión de las grandes corporaciones petroleras, Torres fue removido de su cargo en 1922; sin embargo, mantuvo el respeto, la consideración y la cercanía con el poderoso dictador, quien lo llamaba «mi pelotica de goma», ya que, según su particular punto de vista, dondequiera que lo lanzara, siempre daba buenos resultados.

En 1929, Gumersindo Torres fue nuevamente llamado a ser ministro de Fomento, en un momento en que el petróleo se había convertido en el factor principal de la economía venezolana. Su labor nacionalista quedó evidenciada, buscando preservar los intereses nacionales y, sobre todo, procurando una cada vez más importante participación fiscal del Estado en los beneficios de la explotación del crudo.

Gumersindo Torres brilló por su acrisolada honestidad en medio de un ambiente generalizado de corrupción. En sus memorias, muestra con orgullo su pobreza y honestidad, señalando: “La herencia de un nombre limpio será la que deje a mis hijos, quienes mañana podrán decir con orgullo que el pan que comen no es amasado con dinero sustraído a la patria, ni con detrimento de ajenos derechos…”

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En reconocimiento a su moral y rectitud inmaculadas, en 1938, durante el gobierno del general Eleazar López Contreras, se creó la Contraloría General de la República, y Gumersindo Torres fue designado como el primer titular de ese despacho. Al morir en 1947, el entonces presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, Rómulo Betancourt, asistió a su velorio y expresó: “Ese gesto mío fue una forma de testimoniar el reconocimiento del país a un funcionario que procuró la defensa de los intereses de la nación en una época en que el subsuelo de Venezuela era subastado en las peores condiciones entre los miembros de la internacional del petróleo…”

*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

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