CURUCUTEANDO / Los momentos no son eternos, son transitorios

Ya verás que otro corazón se colocará al lado del tuyo y con mayor intensidad

Por: Edicta Gómez Merchán.- Construye tus sueños. Todo pasa: la noche no es eterna, las semillas crecen, y el jardín se llena de flores de múltiples colores. Si dejas de creer en el amor, ya verás cómo otro corazón se acercará al tuyo con mayor intensidad. Tu vida está plena de logros, luchas y grandes esfuerzos; aunque a veces no lo parezca, día tras día avanzas paso a paso hacia lo que deseas. Sin embargo, ten cuidado: puedes enfrentarte a un enemigo capaz de destruir, sin piedad, todo lo que has construido con tanto trabajo. Ese enemigo son tus propios resentimientos.

Crea un ambiente agradable donde se integren colores con los que te identifiques, sabores que deleiten tu paladar, sonidos que te hagan tararear, bailar o que te transporten a tu infancia o adolescencia. Piensa en espacios que te conecten con recuerdos felices: la playa, piscinas, canchas, hoteles, gimnasios, restaurantes, clubes, estadios o instituciones educativas. Son lugares que pueden ayudarte a reencontrarte con la alegría y la calma.

A veces, el ser humano actúa como un sonámbulo: camina sin rumbo, enfrenta conflictos aquí, grita allá, se detiene, se identifica con unos y rechaza a otros. Llora y ríe, siente alegría o tristeza, va en direcciones inesperadas y, en ocasiones, toma rumbos equivocados, como si hubiera perdido la brújula. Así es la vida: un volcán, un océano en continuo movimiento que alberga un mundo de vivencias contradictorias, esperanzas y tristezas, alegrías y frustraciones.

Las preocupaciones inquietan; los fracasos dejan huellas, heridas y amargura; los proyectos seducen y, a la vez, perturban. Cuando una persona está dividida y desintegrada interiormente, sin orden ni control sobre sus emociones, permite que los enemigos internos —como el disgusto, las obsesiones o la depresión— ocupen su espacio. Por ello, es vital reconciliarse consigo mismo, encontrar equilibrio y construir un camino lleno de armonía.

De nada sirve llorar frente a las ruinas; hay que empezar de nuevo, tantas veces como sea necesario, siempre con esperanza. La esperanza no es otra cosa que creer en el mañana, incluso ante las arremetidas de la adversidad. Usted es una cajita de música alegre.

Ese sufrimiento que siente es subjetivo. Su mente es capaz de concebir fantasmas alucinantes que le atormentan implacablemente. En su mente confluyen pensamientos como: “Éste no me quiere, si hago esto seguro que fracaso, aquel está en contra de mí, este me quiere quitar el cargo, ya no me tienen confianza, no me miran bien, ni me saludan como antes, están distantes, son fríos». Pero, claro, no es así. Todas esas son suposiciones, espantos mentales, y lo que piensa es solo producto de su imaginación. Las pesadillas de medianoche se trasladan al día. Les ocurre lo mismo que a las bolas de nieve: mientras más vueltas dan en la cama, más grandes se hacen.

La energía que dedica al fantasma del resentimiento es la misma que puede usar para construir sus sueños o crear la vida más plena y feliz que se merece. Quien no perdona, sin darse cuenta, se aísla poco a poco. Comienza a olvidar y a dejar de disfrutar lo grato de su vida, porque con rencor todo se vuelve más difícil y lo bonito se opaca con el tormento de la amargura. Estas energías se ocultan. Tome conciencia y determine si tiene la capacidad de solucionar el problema. Si no puede olvidarlo, se está torturando con espejismos que son pura fantasía. Recuerde que los espantos no son reales, está exagerando y sobredimensionando cosas insignificantes. A las suposiciones de su mente les está dando visos de veracidad. Si es así, busque ayuda profesional.

Es posible que esté escondiendo dentro de sus propios muros una gran cantidad de enemigos, mientras aparenta ser una fortaleza. Siente que va a ser atacado por tierra, mar y aire, que las presiones provienen de todos lados. Este asedio implacable lo debilita, lo hiere y lo convierte en un ser angustiado. Si es muy sensible, puede ser más vulnerable y, como consecuencia, sus nervios se debilitan, el sueño se perturba, le cuesta digerir los alimentos, aumentan las palpitaciones cardíacas, se descontrola la presión arterial, se eleva la adrenalina, la respiración se acelera y puede manifestar cefaleas, lo que lo convierte en presa fácil de una depresión.

Hay que estar firme para determinar cuándo comienza la ilusión y dónde termina la realidad. Todo pasa: los momentos no son eternos, son transitorios. Las penas suceden a las alegrías y las alegrías a las penas. Nada es absoluto, todo es relativo.

Despierta, las tinieblas que invaden tu mente en una noche oscura desaparecen con el amanecer, trayendo consigo resplandor y claridad.

Recuerda que no es lo que te pasa lo que te afecta, sino cómo reaccionas ante lo que te pasa. Relájate, concéntrate, contrólate y, de esta manera, podrás cohesionar, entrelazar y coordinar tu mente. Trata de recuperar tu paz interior, esa sensación de bienestar, y siéntete dueño del mundo, claro, con paciencia y constancia. Lee, escribe tus inquietudes, que es la mejor terapia. Con ello, podrás drenar parte de tu nerviosismo y disgustos. Cuando estos inconvenientes sean superados y quieras recordar cómo te sentías en ese momento, podrás decir: «Prueba superada».

Edicta Gómez Merchán
Educadora / Comunicadora