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Opinión

La crisis de la monarquía española

La crisis en la monarquía española, desencadenada por el Motín de Aranjuez y la invasión napoleónica, fue el catalizador para el proceso independentista en Venezuela. Las tensiones coloniales preexistentes encontraron su punto de quiebre.

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Gente de Hoy

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"El Motín de Aranjuez, catalizador de la crisis que llevaría a la independencia americana"

Por: Rafael Simón Jiménez.- El proceso de independencia de Venezuela, así como del resto de las colonias españolas de América, se fraguó en un largo proceso de más de tres siglos de conquista y colonización, que determinaron unas contradicciones irreconciliables entre los blancos criollos, los mantuanos, la élite intelectual, económica y social del continente y los mecanismos de dominación impuestos por las autoridades de la metrópolis.

A lo largo de ese prolongado periodo se consolidaron mecanismos de monopolio comercial, fuertes cargas impositivas y segregación y discriminación en el ejercicio del poder político que fueron madurando y generando dinámicas de confrontación entre España y sus colonias, que en el caso venezolano tuvieron momentos estelares con el movimiento de los comuneros de Juan Francisco de León o la debelada conspiración de Gual y España que revelaban la manera como las ideas liberales y de la Ilustración que habían propiciado la Revolución Francesa, habían impregnado a sectores de España y de estos, a través de numerosas infiltraciones e intersticios, habían logrado colarse hasta las colonias.

Pero las condiciones objetivas para resolver las contradicciones vendrían dadas por la denominada “crisis de la monarquía española”, que tiene como telón de fondo un gran descontento popular en la península por la grave situación económica generada por el altísimo costo de los gastos militares en que la corona había incurrido para involucrarse en las numerosas y recurrentes guerras europeas, y la peligrosa alianza que el gobierno de Carlos IV y de su ministro Godoy mantenían con la Francia napoleónica, cuyos planes de expansión y hegemonía continental eran evidentes.

El 17 y 18 de marzo de 1808 estallan los sucesos conocidos como el “motín de Aranjuez”, donde los partidarios del príncipe heredero Fernando VII reclaman la abdicación de su padre y la destitución de Godoy, dando lugar a una grave disputa familiar por la corona, que servirá de telón de fondo a la invasión de las tropas francesas que ya ocupaban buena parte de la península. El motín de Aranjuez obliga a la sucesión monárquica y al mediodía del día 18 de marzo asume el príncipe heredero que pasará a denominarse Fernando VII. Sin embargo, el verdadero dueño de la situación es Napoleón Bonaparte, que frente a las disputas familiares de la familia real, decide reclamar la presencia de los dos monarcas a Bayona, donde, bajo amenaza, el 6 de mayo de 1808, los obliga a transmitir los poderes imperiales a su hermano José, quien, bajo la denominación de José I, pretenderá sustituir a los Borbones. En un solo día la corona española cambia tres veces de mano: Fernando la devuelve a su padre y este la cede al hermano del poderoso gobernante francés que, de hecho, se apodera del trono peninsular.

La abdicación forzosa y la prisión de los monarcas legítimos y el quebrantamiento de las reglas de sucesión monárquica, así como el comienzo de la denominada “guerra de liberación” que libra el pueblo español contra el invasor francés, va a traer inmediatas repercusiones en los dominios coloniales americanos, donde las autoridades españolas y las élites criollas se niegan a reconocer la usurpación de José Bonaparte, y expresan su solidaridad, lealtad y sumisión a los reyes legítimos, dándose inicio a un movimiento de resguardo de su autoridad y sus poderes mediante la constitución de juntas conservadoras de los derechos de Fernando VII, y de la regencia y demás poderes que fungen como depositarios y defensores del monarca sometido a prisión.

A Caracas llegan, el 15 de junio de 1808, dos comisionados del nuevo gobierno de José I, que pretendían ganar la adhesión tanto de las autoridades coloniales españolas como de las élites locales que controlaban los ayuntamientos. El repudio es aireado y frontal, se testimonia el respaldo al monarca legítimo, mediante vivas a Fernando VII y frases de repudio a Napoleón, y luego en el ayuntamiento y frente al retrato del depuesto rey hay una jura colectiva de lealtad a su autoridad y de sometimiento a las autoridades que resguardaban y eran depositarias transitorias de sus poderes.

Esta crisis de la monarquía española, que deriva en una larga guerra contra el invasor en España, pronto en las colonias tomará otro cariz al proclamarse la necesidad de un gobierno legítimo en manos de los criollos que resguardara los derechos de “Fernando VII”, como va a producirse en el ayuntamiento de Caracas el Jueves Santo 19 de abril de 1810. Solo un año después, la dinámica de los acontecimientos y las contradicciones de intereses acumuladas durante años de dominio colonial, van a dar textura y consistencia a la procura de la independencia definitiva del yugo español, proceso largo, cruento y desgarrador que solo fructificará 10 años más tarde con el triunfo definitivo en Carabobo.

*Por: Rafael Simón Jiménez @rafaelsimonjimenezm. Intelectual, historiador y político venezolano

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