CURUCUTEANDO / Sanemos nuestros conflictos internos y dominemos nuestros propios monstruos

Por: Edicta Gómez Merchán.- No sea parte del porcentaje que sufre del «síndrome del desastre». Recuerde que el amor lo puede todo, que, aunque no lo oiga, lo siente, porque lo lleva dentro del corazón. Ame. Sea feliz.

Dejemos salir a ese ser que nos incomoda y nos preocupa, que llevamos dentro; esto nos permitirá aprender de lo que nos ha hecho daño y alcanzar un crecimiento emocional. Estas vivencias son lecciones de vida. Los errores no se niegan, se asumen. Por eso, esas enseñanzas deben estar llenas de esperanza, y el esfuerzo debe ser útil, ya que la felicidad depende solo de usted. Recuerde que solo hay una vida, no dos, y no tiene que ser perfecta para ser hermosa.

Rescatemos nuestra espiritualidad con motivación y con iniciativas para la acción. Estemos emocionalmente preparados para reconocer en qué momento hemos sufrido o permitido que situaciones incómodas o desagradables se instalen en nosotros.

Debemos enfocarnos en lo positivo y dejar de lado lo negativo, porque, en definitiva, no debe importarnos. No puede rendirse, porque si lo hace, todo el esfuerzo realizado hasta ahora habrá sido en vano. Si hay un desajuste, una inconformidad con la vida, o si sus impulsos y deseos no responden como consecuencia de un debilitamiento en su capacidad para reaccionar positivamente, no evada la responsabilidad. Asúmala, y trate de salir de las relaciones destructivas: de quienes intentan hacerle sentir que todo es culpa suya, de quienes le intimidan o tratan de controlarlo. Si es necesario, no dude en buscar ayuda profesional, sobre todo si percibe en usted algún comportamiento o reacción inadecuada. Así podrá enfrentar su propio enredo emocional.

Si, ante ciertas situaciones, se ha identificado con alguna de las siguientes emociones, estas ideas pueden ayudarle. A veces pasamos por estados traumatizantes como el fracaso, la envidia o las frustraciones, que se convierten en enojo, y este en violencia. Nos insultan o nos sentimos solos, abandonados, maltratados, victimizados o manipulados. A veces nuestras fronteras personales son violadas, o personas nos demuestran actitudes déspotas. En esos casos, es recomendable autoevaluarse y reflexionar hasta qué punto ha hecho daño a otros, o hasta qué punto ha permitido que otros se aprovechen de usted o de quienes le rodean.

No se trata de asumir el papel de víctima, sino de protegerse del maltrato. Es fundamental exigir respeto para mantener límites saludables, así como respetar los límites de los demás. De esta forma, podrá dejar atrás el sentido de absurdo o la carencia de significado que le está haciendo daño. Lo peor es tener conciencia de los rasgos negativos que le afectan y no hacer nada al respecto. No se engañe a sí mismo. Cuando logre superar o ignorar esa conducta pasiva y derrotista, y reconozca, acepte y aprenda de sus experiencias, entonces estará dando una respuesta positiva. En ese momento, alcanzará el éxito, estará coronado de triunfo y será más sensible a las necesidades de los demás.