Opinión
La Villa, Tierra de Gigantes
Descubre Villa de Cura, una joya del estado Aragua, rica en historia, paisajes imponentes y tradiciones culturales. Sus montañas, ríos y patrimonio la convierten en un destino único.
Por: Jaime Largo.– Definitivamente, Venezuela es una tierra de sorpresas. Vivimos en un país que nunca deja de asombrarnos con sus maravillas naturales, su gente y sus espectaculares paisajes. La aventura que compartiremos hoy es una experiencia nueva y agradable, en la que conocí lugares que no había imaginado e inesperados para la mayoría de los visitantes que me acompañaban.
Hablamos de Villa de Cura, o simplemente La Villa, ubicada en el municipio Zamora del estado Aragua. En 1722 recibe el título de ciudad, ya que antiguamente era conocida como “el Sitio de Cura”. Inicialmente, se llamó La Villa de San Luis y cada 25 de agosto celebran el día de su patrón, San Luis Rey de Francia.
Como dato curioso, el 12 de febrero de 1912 se promulgó un decreto publicado en Gaceta Oficial que estableció la Hora Oficial de Venezuela tomando como referencia el meridiano de Villa de Cura, convirtiéndola en la primera referencia geográfica para el sistema horario nacional. Este lugar también es conocido por ser la cuna de los Niños Cantores de Villa de Cura, catalogados entre los mejores coros infantiles masculinos de nuestra nación. Otros atractivos de esta localidad son la Gruta de la Virgen de Lourdes, la casa de Ezequiel Zamora y la casa del Santo Sepulcro, cuya imagen de Jesucristo mide 1,65 metros y pesa 60 kilogramos. Esta hermosa localidad también alberga la casa de Rafael Bolívar Coronado, periodista y escritor venezolano, autor de la zarzuela Alma Llanera, así como la Plaza Miranda, que forma parte del patrimonio cultural de la zona. Además, la región es ampliamente reconocida por sus tradiciones religiosas.
En nuestra visita y recorrido por esta bella zona, nos impactó la presencia de montañas que parecen multiplicarse ante nuestra mirada, formando hermosos y curiosos relieves de diversas tonalidades. A pesar de encontrarnos en una etapa de sequía, los cerros muestran un colorido variado y se funden entre sí, brindando una experiencia visual inolvidable para visitantes y locales.
Entre sus atractivos, destacan la variada flora y fauna de sus montañas y los ríos que la atraviesan, como el Tucutunemo, Las Minas y el Curita, actualmente secos. Sin embargo, aún se encuentran afluentes menos visibles y poco conocidos con una belleza particular. Rodeados de una vegetación exuberante que contrasta con el color de las montañas, estos cuerpos de agua cristalina y fría son ideales para sumergirse en ellos y apaciguar el calor natural del entorno. Nos instalamos a escasos metros de su caudal en la propiedad de nuestro amigo Alí. En sus jardines planos, seguros y cubiertos de vegetación, desplegamos nuestras carpas bajo un cielo azul intenso, mientras el sonido de las vacas, el glugluteo de los pavos machos y el «putt» de las hembras, junto al canto de cientos de aves coloridas, creaban un ambiente de paz y armonía. No faltaron los despertadores naturales en forma de guacharacos, que con su diálogo matutino entre parejas nos dieron la bienvenida a un amanecer lleno de colores y con el inconfundible aroma de nuestra bella Venezuela.
Cercano a este espectacular lugar, se vislumbran los majestuosos Morros de San Juan, localizados en el estado Guárico, a pocos minutos de nuestro sitio de pernocta. Estas formaciones rocosas emergen de la tierra como gigantes guardianes de estos parajes de nuestro país. Otro lugar que nos impactó por su belleza inesperada y amplitud fue la Laguna de Taiguaiguay, ubicada entre Villa de Cura y Cagua, capital del municipio Sucre, en Aragua.
En definitiva, en cada paseo, en cada viaje y en cada recorrido por mi hermosa Venezuela, descubrimos tesoros que solo esta tierra puede ofrecernos.
Jaime Largo. Animalista, amante de la naturaleza, senderista, vicepresidente Fundación Colinas de Carrizal.
Correo: jaimel2010@gmail.com @caminandoconjaime2 @jaimelargo2021